La claudicación intermitente es el síntoma más significativo de la arteriosclerosis que afecta a los vasos del sistema vascular periférico y que se caracteriza por un dolor muscular intenso.
Dicho dolor se produce generalmente en las piernas (en el 90% de los casos) al andar o realizar algún tipo de ejercicio físico y desaparece en situación de reposo, aunque en ocasiones puede producirse en posición acostada y pasar al levantarse.
Es cuatro veces más frecuente en los hombres que en las mujeres, y suele pasar a partir de los 60 años de edad. Se debe a una obstrucción progresiva de las arterias que llevan la sangre a las extremidades, de modo que se genera un déficit de flujo sanguíneo cuando se somete al músculo a un esfuerzo, disminuye el aporte de oxígeno al mismo y se general ácido láctico, que es lo que causa el dolor.
Síntomas. Además del dolor, la claudicación intermitente puede generar calambres, entumecimiento y fatiga muscular. El dolor puede verse precedido por otros síntomas, como es el caso de que la piel vuelva pálida y se sienta fría, producirse el engrosamiento de las uñas, hormigueo en las zonas afectadas y sensación de ardor. Los síntomas surgen en zonas próximas al lugar donde se ha producido la obstrucción de la arteria (zonas distales).
Si el dolor no cesa cuando se está en reposo indica que la obstrucción arterial es severa, en cuyo caso se pueden producir lesiones tróficas (piel delgada, pérdida de los pelos del dorso de los dedos y del pie, uñas gruesas), que pueden evolucionar formando úlceras y causando gangrena seca.
Tratamiento. La arterioesclerosis no tiene un tratamiento específico, más allá de procurar que no continúe evolucionando y controlar sus posibles complicaciones clínicas. Teniendo esto en cuenta, el tratamiento de la claudicación intermitente debe contemplar diferentes aspectos:
Medidas preventivas: es importante cuidar los pies para evitar que se produzcan traumatismos o infecciones que puedan agravar la enfermedad, lo que incluye un corte adecuado de las uñas de modo que las esquinas queden libres. Es necesario examinar los pies después de realizar cualquier tipo de ejercicio intenso. Del mismo modo, debe utilizarse un calzado adecuado (ligero, cómodo y de materiales naturales que permitan la transpiración y eviten infecciones fúngicas), así como calcetines que presionan la pierna.
Dormir con la cabecera de la cama elevada, por otra parte, facilitará la circulación sanguínea.También es importante la práctica de ejercicio al menos tres veces por semana (siempre bajo supervisión médica) para mejorar la capacidad funcional y la actividad cardíaca.
Control de factores de riesgo: para evitar la progresión de la arteriosclerosis se deben controlar los factores de riesgo cardiovascular ya conocidos: hipertensión arterial, diabetes, obesidad, hipercolestrolemia y tabaquismo. Asimismo, será necesario modificar los hábitos de vida: dieta, sedentarismo y estrés.
Tratamiento con medicamentos: los antiagregantes plaquetarios pueden contribuir a mejorar la circulación sanguínea.
Cirugía: si la claudicación intermitente es grave, se puede recurrir a dos procedimientos quirúrgicos:
– Angioplastia transluminal percutánea: se utiliza cuando se trata lesiones únicas y de pequeño tamaño. Se coloca mediante un cateterismo un stent o balón dilatador en el interior de la arteria, de modo que comprima la placa de ateroma y aumente la luz de la misma.
– By-pass: se realiza una derivación en la arteria, de modo que el flujo sanguíneo no tenga que pasar por la zona obstruida.